La agonía visitante del Pontevedra ya ha llegado a su fin. Por suerte para todos, el Pontevedra dejará de arrastrar su imagen por los campos de España, al menos hasta la temporada que viene. El último resultado fuera de casa del Pontevedra es el mismo que todos sabíamos ya antes de que se jugase el partido contra el Badajoz, derrota. Derrota y además por fallo propio. Marca de la casa para no perder las costumbres.
Tan grosero que parece sospechoso
Antes que nada quiero dejar MUY CLARO que tengo cero dudas de que la derrota de hoy en Badajoz ha sido única y exclusivamente porque que estamos mal, somos muy malos o cometemos pequeños errores que cuestan partidos. Por todo eso, llámenlo como lo quieran llamar. Tengo cero dudas de que exista cualquier otro motivo que justifique el resultado o cualquiera de las cosas que pasaron en el nuevo Vivero. Pero claro, los errores han sido tan burdos que entendería que alguien que no conociese a este equipo y que también pelee por no bajar tenga al menos sus sospechas.
El tanto de Francis Ferrón es de los más bizarros que el Pontevedra ha encajado esta temporada. Un error incomprensible de Cortés (Señor comentó en rueda de prensa que es fruto de un resbalón previo) en la contundencia en su salida que empaña por completo lo que hasta entonces estaba siendo un buen partido del madrileño. Y no solo ese error, sino también el regalo que minutos antes el equipo le hace al Badajoz regalándole la posesión en la salida y que incomprensiblemente Gorka Santamaría envía alto.
Mención aparte al autor del tanto. La locura que fue la jugada solo se hubiese mejorado si en plena celebración de Ferrón por un tanto que todavía no había marcado a Derik le hubiese dado tiempo a cortar el balón cuando el delantero ya lo celebraba sin siquiera tirar a puerta.
La pizarra de Señor
Siguiendo un poco por la vía de la conspiranoia y tratando de ponerme un poco en el papel del aficionado del Algeciras, Fuenlabrada, Sanse y demás equipos que se juegan el pellejo la semana que viene, voy a tratar de analizar desde un punto de vista crítico todo lo que tuvo que ver con Juan Señor en el partido.
Empecemos por la alineación. Tiene lógica dar la alternativa en portería a Cortés para que tenga minutos en el tramo final de liga. Puedo entender también que cambie a Bastos por Seoane, aunque Ángel no diese motivos para ello la semana pasada. Lo que no entiendo es que la pareja de Derik en el centro de la defensa el día que Churre está de baja por sanción sea Masogo. ¿Ataque de entrenador?
Vamos a seguir con los cambios. La traca final. En un partido en el que el Pontevedra no se jugaba nada al entrenador del Pontevedra le valía el empate. El chiste se cuenta solo. Supongo que no querría pasar a la historia del club como un entrenador capaz de sumar la friolera de cero mil cerocientos cero puntos fuera de casa en su trayectoria como técnico granate. No lo consiguió. Y eso que hizo lo que pudo para ello haciendo unos cambios nivel Amarrategui de categoría superior. Yelko Pino (no sea que le premie con un partido entero) fue retirado para meter en el campo a Soto. Después quitó a Charles para meter a Guéye cuando Rufo estaba en el banquillo. ¿Otro ataque de entrenador? En rueda de prensa el entrenador del Pontevedra comentó que esos cambios no respondían a una cuestión táctica, sino física. Eso explica en parte lo ocurrido, pero no la selección de las piezas que decidió introducir por los futbolistas tocados.
Un ambiente de otro nivel
Lo que más me va a costar digerir del descenso es precisamente ver cómo el Pontevedra ha perdido la oportunidad de vivir tardes como la de hoy. Campos llenos de gente que se cuenta por miles, estadios de superior categoría, ambientes que algunos equipos de Segunda División no pueden imitar y claro, hierba natural. A todo eso dice adiós el Pontevedra bajando de categoría.
La temporada que viene tocará de nuevo pisar césped artificial, ver muchas veces asistencias por debajo de los tres ceros y vivir ese otro fútbol en el que no queremos estar. El del Nuevo Vivero me pareció un buen cierre para entender qué se puede vivir en un campo de Primera RFEF, de capital de provincia y con una afición volcada con su equipo aún cuando vienen mal dadas. ¡Qué envidia! Su club me da igual, pero esa gente merece salvarse.
Foto: Cristina Saiz