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Cuestión de Fe

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Domingo, día del Señor en la parroquia granate. Debut del nuevo entrenador psicólogo que ha tomado los mandos de la embarcación a la deriva que es este Pontevedra CF y mismo resultado de siempre en una hoja de ruta que hemos visto ya repetida en algunas otras ocasiones. Un Pontevedra que no es inferior a su rival, que demuestra que sabe competir, pero que tiene la pólvora mojada y es incapaz de abordar ningún navío en esta guerra de la Primera RFEF. Para colmo nos encontramos de nuevo con un iceberg en forma de señor con silbato que sirve para acelerar el proceso de un hundimiento en el que cada vez resulta más complicado achicar agua.

Tres atrás

Señor afirmó tras el partido haber apostado por un sistema adecuado para optimizar al máximo las virtudes de la plantilla que tiene. Interrogado acerca de si éste esquema era un 5-4-1, dijo no sentirse representado por esa ordenación por líneas. Lo que sí resulta evidente es que su primer Pontevedra era un equipo con tres centrales atrás en el que Seoane y Álex González estaban más cerca de la media que de la defensa y con Rubio y Brais Abelenda por detrás del punta, Charles. Los dos interiores permutaban varias veces de lado para generar confusión en una primera parte en la que cualquier posible dibujo o plan quedó anulado cuando Luis Martínez obligó a reconfigurar el dibujo para jugar con diez.

En el Fernando Torres el Pontevedra echó también en falta algo más de claridad con el balón en el medio. Las ausencias de Javi Robles y, sobre todo, de Yelko Pino se notaron demasiado. Ni Borja puede con todo, ni está cerca de alcanzar el nivel que le permita ser el metrónomo granate durante 90 minutos.

Y ya van tres semanas

No me gusta llorar por los arbitrajes y me gusta todavía menos que lo hagan los entrenadores de mi equipo. Pero empieza a resultar frustrante que de nuevo una decisión, cuanto menos rigurosa, del colegiado vuelva a condicionar un partido del Pontevedra CF. El nivel es el que es y no se puede hacer nada, no podemos exigir unos colegiados de primer nivel si nuestro equipo no lo es tampoco, pero una equidad en las equivocaciones tampoco venía mal. Este año el Pontevedra está teniendo mala suerte también en esas decisiones arbitrales y en la famosa «liga de la moviola» seguramente tendría algún punto más.

Ya son tres las jornadas consecutivas con decisiones dudosas de los colegiados. En A Malata fue el gol en fuera de jugo de Justo, después en casa contra el Ceuta un gol mal anulado. Hoy hemos visto cómo Luis Martínez era amonestado a los 5 minutos en base a un criterio no continuado en el resto del partido y después ese triple castigo del minuto 40; penalti, expulsión y gol en contra. Demasiado lastre para pelear el milagro. Señor, dame paciencia.

Disparo al pie

Antes hemos hablado del árbitro porque es imposible no hacerlo. De una decisión suya se desencadena todo lo que pasó después en el partido, pero también es necesario hacer autocrítica y ver que hay errores que el Pontevedra no puede cometer. La jugada que supone el penalti en contra y en la que Luis Martínez está más que correcto al interceptar el disparo, viene precedida de una pérdida infantil de Churre en campo propio que no puede ocurrir. Esto es Primera RFEF y en esta categoría los errores se pagan siempre demasiado caros. El respeto es máximo hacia uno de los capitanes del equipo, una persona que no tiene nada que demostrar y que ha demostrado querer mucho y bien al Pontevedra, pero la temporada de Víctor Vázquez está alejada de ser la mejor que ha disputado con la granate.

Del error grosero que cuesta el primer gol podemos pasar también al que supuso el inicio de la contra del segundo. Con el Pontevedra volcado arriba, el equipo fue incapaz de acabar la jugada y pagó cara su exposición arriba en forma de contra y 2-1.

Tenemos que contagiarnos de la fe de Señor si no queremos bajar los brazos antes que el propio equipo

Más psicología

La primera semana de Juan Señor tuvo más de psicología que de fútbol y así mismo lo reconoció el entrenador en rueda de prensa. En ese trabajo sobre estados de ánimo no se ha querido dejar a nadie atrás y por eso a Madrid viajaron desde lesionados a sancionados, pasando por jugadores habituales del filial. Como suele pasar en la vida real, harán falta todavía más sesiones para dar de alta a un paciente que el técnico ya ve en mejoría. Lo cierto es que el mazazo anímico del 1-0 el Pontevedra no lo acusó y la reacción tras el descanso fue valiente y tuvo el premio del empate pero, como siempre, no fue suficiente.

El Pontevedra está instalado en ese «necesita mejorar» con el que se calificaba a los peores estudiantes de la Educación Primaria. Un necesita mejorar más amable que el Insuficiente o Suspenso habitual, pero que no es otra cosa que un eufemismo para maquillar que se está lejos aún si se pretende pasar el corte.

Me gusta la fe que tiene Juan Señor y probablemente tengamos que contagiarnos todos de esa fe para no bajar los brazos antes que el propio equipo. La semana que viene seguirán las sesiones de psicología deportiva y veremos si el sábado ante el Algeciras en Pasarón podemos contemplar a un Pontevedra de mente más despejada.

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Domingo, día del Señor en la parroquia granate. Debut del nuevo entrenador psicólogo que ha tomado los mandos de la embarcación a la deriva que es este Pontevedra CF y mismo resultado de siempre en una hoja de ruta que hemos visto ya repetida en algunas otras ocasiones. Un Pontevedra que no es inferior a su rival, que demuestra que sabe competir, pero que tiene la pólvora mojada y es incapaz de abordar ningún navío en esta guerra de la Primera RFEF. Para colmo nos encontramos de nuevo con un iceberg en forma de señor con silbato que sirve para acelerar el proceso de un hundimiento en el que cada vez resulta más complicado achicar agua.

Tres atrás

Señor afirmó tras el partido haber apostado por un sistema adecuado para optimizar al máximo las virtudes de la plantilla que tiene. Interrogado acerca de si éste esquema era un 5-4-1, dijo no sentirse representado por esa ordenación por líneas. Lo que sí resulta evidente es que su primer Pontevedra era un equipo con tres centrales atrás en el que Seoane y Álex González estaban más cerca de la media que de la defensa y con Rubio y Brais Abelenda por detrás del punta, Charles. Los dos interiores permutaban varias veces de lado para generar confusión en una primera parte en la que cualquier posible dibujo o plan quedó anulado cuando Luis Martínez obligó a reconfigurar el dibujo para jugar con diez.

En el Fernando Torres el Pontevedra echó también en falta algo más de claridad con el balón en el medio. Las ausencias de Javi Robles y, sobre todo, de Yelko Pino se notaron demasiado. Ni Borja puede con todo, ni está cerca de alcanzar el nivel que le permita ser el metrónomo granate durante 90 minutos.

Y ya van tres semanas

No me gusta llorar por los arbitrajes y me gusta todavía menos que lo hagan los entrenadores de mi equipo. Pero empieza a resultar frustrante que de nuevo una decisión, cuanto menos rigurosa, del colegiado vuelva a condicionar un partido del Pontevedra CF. El nivel es el que es y no se puede hacer nada, no podemos exigir unos colegiados de primer nivel si nuestro equipo no lo es tampoco, pero una equidad en las equivocaciones tampoco venía mal. Este año el Pontevedra está teniendo mala suerte también en esas decisiones arbitrales y en la famosa «liga de la moviola» seguramente tendría algún punto más.

Ya son tres las jornadas consecutivas con decisiones dudosas de los colegiados. En A Malata fue el gol en fuera de jugo de Justo, después en casa contra el Ceuta un gol mal anulado. Hoy hemos visto cómo Luis Martínez era amonestado a los 5 minutos en base a un criterio no continuado en el resto del partido y después ese triple castigo del minuto 40; penalti, expulsión y gol en contra. Demasiado lastre para pelear el milagro. Señor, dame paciencia.

Disparo al pie

Antes hemos hablado del árbitro porque es imposible no hacerlo. De una decisión suya se desencadena todo lo que pasó después en el partido, pero también es necesario hacer autocrítica y ver que hay errores que el Pontevedra no puede cometer. La jugada que supone el penalti en contra y en la que Luis Martínez está más que correcto al interceptar el disparo, viene precedida de una pérdida infantil de Churre en campo propio que no puede ocurrir. Esto es Primera RFEF y en esta categoría los errores se pagan siempre demasiado caros. El respeto es máximo hacia uno de los capitanes del equipo, una persona que no tiene nada que demostrar y que ha demostrado querer mucho y bien al Pontevedra, pero la temporada de Víctor Vázquez está alejada de ser la mejor que ha disputado con la granate.

Del error grosero que cuesta el primer gol podemos pasar también al que supuso el inicio de la contra del segundo. Con el Pontevedra volcado arriba, el equipo fue incapaz de acabar la jugada y pagó cara su exposición arriba en forma de contra y 2-1.

Tenemos que contagiarnos de la fe de Señor si no queremos bajar los brazos antes que el propio equipo

Más psicología

La primera semana de Juan Señor tuvo más de psicología que de fútbol y así mismo lo reconoció el entrenador en rueda de prensa. En ese trabajo sobre estados de ánimo no se ha querido dejar a nadie atrás y por eso a Madrid viajaron desde lesionados a sancionados, pasando por jugadores habituales del filial. Como suele pasar en la vida real, harán falta todavía más sesiones para dar de alta a un paciente que el técnico ya ve en mejoría. Lo cierto es que el mazazo anímico del 1-0 el Pontevedra no lo acusó y la reacción tras el descanso fue valiente y tuvo el premio del empate pero, como siempre, no fue suficiente.

El Pontevedra está instalado en ese «necesita mejorar» con el que se calificaba a los peores estudiantes de la Educación Primaria. Un necesita mejorar más amable que el Insuficiente o Suspenso habitual, pero que no es otra cosa que un eufemismo para maquillar que se está lejos aún si se pretende pasar el corte.

Me gusta la fe que tiene Juan Señor y probablemente tengamos que contagiarnos todos de esa fe para no bajar los brazos antes que el propio equipo. La semana que viene seguirán las sesiones de psicología deportiva y veremos si el sábado ante el Algeciras en Pasarón podemos contemplar a un Pontevedra de mente más despejada.

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