Vivimos tiempos muy difíciles en el fútbol humilde, ese que los que toman las decisiones en las Federaciones territoriales y Nacionales se han empeñado en subastar al mejor postor como una suerte de NFT que, sorprendentemente para nadie, resulta que no obtuvo los beneficios deseados. La gente que toma las decisiones, emborrachada de poder, se ha subido al barco del despotismo ilustrado llenándose de razón en cuestiones que ni entienden ni quieren entender y se ha olvidado de la regla número 1 del fútbol profesional y semiprofesional. El fútbol es de la gente.
En tiempos de equipos estado, ni el PSG, ni el Manchester City, ni ningún otro equipo de dimensiones galácticas valdría nada sin su verdadero corazón. Que no, no es el dinero, es la gente que hace que esa inversión merezca la pena y que rentabiliza cada euro invertido en ilusión, desplazamientos, cánticos y nervios antes, durante y después de cada partido. El opio del pueblo, dicen. Pues los capos de esa droga hoy han decidido guardarse su mercancía para ¿ellos?
Todo por el pueblo, pero sin el pueblo. Te vendo la épica de unos play off de ascenso, pero me los llevo a una sede única en campo neutral para que el número de asistentes se reduzca a menos de la cuarta parte que habría en campo propio. Pongo un partido en el estadio de uno de los aspirantes a ese ascenso, pero me llevo a ese club a otro campo para… ¿alguien sabe para qué? Rubiales conseguirá que un partido en Balaídos de play off de ascenso jugado por un equipo gallego tenga menos gente en las gradas que un Celta-Levante de jornada invernal entre semana.
Todo al Granate, pero sin los granates
Tampoco en Pontevedra estamos para lanzar cohetes. Los pecados en la casa granate son otros, pero las consecuencias de fondo son las mismas. Se ha conseguido generar ilusiones con mucho esfuerzo para luego destruirlas de golpe con una velocidad pasmosa. El silencio institucional se ha vuelto a instalar en la casa granate, un silencio que vuelve a enfriar la relación entre lo social y lo institucional.
Habrá quien piense que la lógica reacción de nervios, rabia y desilusión es desmedida, que la liga se terminó hace solo dos semanas y que también en el club se merecen un descanso, pero los silencios, cuando son incómodos, siempre se hacen mucho más largos. Llegados a este punto lo que reclama la nerviosa afición de Pasarón no son soluciones, solo respuestas. Respuestas a las decenas de incógnitas que han surgido en un final de temporada que debería ser mucho más sencillo y plácido de lo que está siendo.
¿Va a seguir el entrenador? ¿Qué pasa con el director deportivo? ¿Qué jugadores van a seguir y cuáles se irán? ¿Cuál es el rol del ex director deportivo en el club? ¿Se está trabajando ya en la campaña de socios? En tiempos de sequía informativa intencionada, al menos cuatro palabras pueden ser como un oasis en el desierto y, de paso, poner fin a especulaciones y desilusiones varias.
Junio ya está aquí. El play off que dará cierre a la temporada en la categoría de la que formará parte este Pontevedra está a punto de comenzar y el tiempo de planificación que el Pontevedra tenía de ventaja con respecto a otros competidores ya se ha agotado. ¿Se está trabajando? De ser así ¿por qué nadie ha querido salir a poner tranquilidad entre la ya de por sí ansiosa afición pontevedresa?
Jugadores y aficionados coincidieron al final de liga en que el punto de partida para Primera RFEF tenía que ser el ambiente de las últimas jornadas. Parecía incluso realista la meta de fidelizar al sector de la afición más desencantada que había abandonado la casa granate tras algunos años de tedio, también a los recién llegados atraídos por los laureles de una temporada exitosa. Hoy esa gente ya se ha olvidado de que el club existe. Tras semanas de desconexión, ese romance de fin de semana se ha quedado solo en eso, en un divertido y fogoso (re)encuentro casual. Perdida a esa gente, el club tiene ahora la responsabilidad de cuidar a los incondicionales, a aquellos que profesan su amor aun a sabiendas de que no es correspondido.
Vamos, Pontevedra, no los dejes en visto.
Alex Davila es Graduado en Comunicación Audiovisual y Máster en Periodismo deportivo. Escribe y analiza habitualmente en la prensa deportiva local y es miembro de Fondo Norte, el podcast del Pontevedra CF