Viejas costumbres, mismos vicios

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El primer partido de la etapa Toni Otero al frente del banquillo del Pontevedra no trajo nada bueno consigo, sino todo lo contrario. El cambio de técnico vino acompañado de la mayor goleada de la presente temporada. Un 3-0 ante la Balona que deja muy claro que hay mucho trabajo por hacer y que el equipo tiene más carencias que las que el propio Toni Otero se atreve a reconocer. Lo que comenzó Izando velas está ahora mismo claramente a la deriva.

Vuelta a lo de antes

Lo primero que se pudo ver ya desde antes de comenzar el encuentro es que el nuevo técnico granate iba a cumplir con lo que decía. Todos teníamos claro que un regreso a «las cosas que antes se hacían y se dejaron de hacer» era simple y llanamente el hecho de abandonar el sistema de 3 centrales.

Otero puso en La Línea un once de nombres. Seguramente jugaron los futbolistas sanos con mayor renombre del plantel. Luis ocupó el puesto del sancionado Soto y la apuesta por Charles en punta dejó a Rufo esperando desde el banquillo. Lo más llamativo de todo fue quizás ver a un Brais entre algodones formar parte de la alineación en detrimento de los Rubio/Oier. Duró pocos minutos en el campo.

Ahora es muy sencillo caer en el oportunismo barato visto el partido y el resultado. Pero quizás todos entendamos ahora, después de ver la derrota, por qué Antonio Fernández jugaba con tres centrales y no con el sistema que vimos contra un rival que, en teoría, tenía problemas de gol.

La aportación desde el banquillo

La importancia del banquillo es fundamental en esta categoría. El ejemplo lo hemos tenido en este mismo encuentro en el que un suplente como Fekir es el que cambia radicalmente el partido anotando el 1-0 y dando la asistencia del segundo.

Una semana más la aportación de los hombres de refresco al equipo granate fue prácticamente nula. No deja de ser llamativo que Toni Otero insista en repetidas ocasiones en que confía plenamente en los jugadores que tiene en el equipo que él mismo ha formado pero, en cuanto se lesiona Brais, su primer cambio es el de introducir a un jugador del filial en el campo mientras los Bakero, Rufo, Rubio y Oier siguen esperando su oportunidad.

Las cosas con Valen, que poca culpa tiene de lo que le está pasando al equipo este curso o de la derrota ante la Balona, no mejoraron y el jugador fue incluso sustituido después en la segunda parte luego de una discreta actuación. Llamativa fue también la elección de Bakero por delante de Rufo en el cambio de Charles. Otero solo tiró del 9 granate cuando el partido ya estaba en desventaja en el marcador.

¿Actitud o aptitud?

Si algo se puede decir de Toni Otero tras este primer partido y vistas sus declaraciones posteriores en rueda de prensa es que mantiene un discurso muy coherente con todo lo que ha expresado el viernes en rueda de prensa. El entrenador sigue apostando ciegamente en la plantilla que ha formado, uno ya no sabe si por la tozudez del que se niega a aceptar sus errores de verano o simplemente por proteger a sus jugadores su puesto de trabajo.

Y es que tras el partido el entrenador del Pontevedra no ha dudado en cuestionar el compromiso del vestuario. En el ataque frontal de Otero hacia la plantilla el entrenador apuntó a su orgullo. No es que no sean buenos futbolista, es que no quieren serlo. Tienen, según su entrenador, un problema de actitud que les impide demostrar lo buenos que son. Un discurso de actitud, por cierto, que hace algunos años también le escuchamos a la presidente cuando vinieron mal dadas.

Tienen, según su entrenador, un problema de actitud que les impide demostrar lo buenos que son

Desde mi punto de vista la actitud es lo único innegociable. Si desde lo futbolístico no se ven motivos que justifiquen los necesarios refuerzos, entonces los tenemos en el factor externo. Aludir a falta de actitud o a falta de compromiso me parece un motivo más que suficiente como para enseñar la puerta a aquellos que desde la dirección deportiva consideran dejados. Puedo perdonar al que no hace algo bien porque no sabe o no puede, nunca al que no lo hace porque no quiere.

No tuvo tiempo

Haciendo un ejercicio de comprensión podemos decir la verdad. Toni Otero tuvo solamente dos días para entrenar a su equipo, dos días en los que apenas se puede cambiar gran cosa. Siendo justos esto lo diríamos de cualquier entrenador que acabase de aterrizar en Pontevedra tras cesar a Antonio, pero este es un caso diferente.

Y es que no nos engañemos, el valiente Toni Otero que se ha puesto a los pies de los caballos (como él mismo dijo en su presentación) tuvo dos días de entrenamientos por falta de previsión por su parte y por la del club. Él mismo podría haber estado al frente del entrenamiento del lunes si no hubiesen cesado a Antonio un miércoles. Él mismo podría haber dirigido el entrenamiento del jueves en vez del apartado Sergio Moreira. Y él mismo, teniendo en cuenta que no tiene una varita mágica y poco puede cambiar en dos días, podría haber dado continuidad a lo trabajado anteriormente para introducir los cambios poco a poco.

El resultado de hacer las cosas tarde, mal y a rastro lo hemos visto claramente en La Línea. Un Pontevedra sin alma, incapaz de generar fútbol ni por dentro ni por fuera, frágil en defensa y más frágil mentalmente cuando recibe el primer gol y es incapaz de reponerse.

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O primeiro partido da etapa Toni Otero á fronte do banco do Pontevedra non trouxo nada bo consigo, senón todo o contrario. O cambio de técnico veu acompañado da maior goleada da presente tempada. Un 3-0 #ante a Balona que deixa moi claro que hai moito traballo por facer e que o equipo ten máis carencias que as que o propio Toni Otero atrévese a recoñecer. O que comezou Izando velas está agora mesmo claramente á deriva.

Volta ao de antes

O primeiro que se puido ver xa desde antes de comezar o encontro é que o novo técnico granate ía cumprir co que dicía. Todos tiñamos claro que un regreso a «as cousas que antes se facían e deixáronse de facer» era simple e sinxelamente o feito de abandonar o sistema de 3 centrais.

Otero puxo na Liña un once de nomes. Seguramente xogaron os futbolistas sans con maior renome do cadro de persoal. Luís ocupou o posto do sancionado Soto e a aposta por Charles en punta deixou a Rufo esperando desde o banco. O máis rechamante de todo foi quizais ver a un Brais entre algodóns formar parte da aliñación en detrimento de os Rubio/Oier. Durou poucos minutos no campo.

Agora é moi sinxelo caer no oportunismo barato visto o partido e o resultado. Pero quizais todos entendamos agora, despois de ver a derrota, por que Antonio Fernández xogaba con tres centrais e non co sistema que vimos contra un rival que, en teoría, tiña problemas de gol.

A achega desde o banco

A importancia do banco é fundamental nesta categoría. O exemplo tivémolo en leste mesmo encontro no que un suplente como Fekir é o que cambia radicalmente o partido anotando o 1-0 e dando a asistencia do segundo.

Unha semana máis a achega dos homes de refresco ao equipo granate foi practicamente nula. Non deixa de ser rechamante que Toni Otero insista en repetidas ocasións en que confía plenamente nos xogadores que ten no equipo que el mesmo formou pero, en canto lesiónase Brais, o seu primeiro cambio é o de introducir a un xogador do filial no campo mentres os Bakero, Rufo, Rubio e Oier seguen esperando a súa oportunidade.

As cousas con Valen, que pouca culpa ten do que lle está pasando ao equipo este curso ou da derrota contraa Balona, non melloraron e o xogador foi mesmo substituído despois na segunda parte logo dunha discreta actuación. Rechamante foi tamén a elección de Bakero por diante de Rufo no cambio de Charles. Otero só tirou do 9 granate cando o partido xa estaba en desvantaxe no marcador.

Actitude ou aptitude?

Se algo se pode dicir de Toni Otero tras este primeiro partido e vistas as súas declaracións posteriores en rolda de prensa é que mantén un discurso moi coherente con todo o que expresou o venres en rolda de prensa. O adestrador segue apostando cegamente no persoal que formou, un xa non sabe se pola tozudez do que se nega a aceptar os seus erros de verán ou simplemente por protexer aos seus xogadores o seu posto de traballo.

E é que tras o partido o adestrador do Pontevedra non dubidou en cuestionar o compromiso do vestiario. No ataque frontal de Otero cara ao persoal o adestrador apuntou ao seu orgullo. Non é que non sexan bos futbolista, é que non queren selo. Teñen, segundo o seu adestrador, un problema de actitude que lles impide demostrar o bos que son. Un discurso de actitude, por certo, que hai algúns anos tamén lle escoitamos á presidente cando viñeron mal dadas.

Teñen, segundo o seu adestrador, un problema de actitude que lles impide demostrar o bos que son

Desde o meu punto de vista a actitude é o único innegociable. Se desde o futbolístico non ven motivos que xustifiquen os necesarios reforzos, entón témolos no factor externo. Aludir a falta de actitude ou a falta de compromiso paréceme un motivo máis que suficiente como para ensinar a porta a aqueles que desde a dirección deportiva consideran deixados. Podo perdoar ao que non fai algo ben porque non sabe ou non pode, nunca ao que non o fai porque non quere.

Non tuvo tempo

Facendo un exercicio de comprensión podemos dicir a verdade. Toni Otero tivo soamente dous días para adestrar ao seu equipo, dous días nos que apenas se pode cambiar gran cousa. Sendo xustos isto diriámolo de calquera adestrador que acabase de aterrar en Pontevedra tras cesar a Antonio, pero este é un caso diferente.

E é que non nos enganemos, o valente Toni Otero que se puxo aos pés dos cabalos (como el mesmo dixo na súa presentación) tivo dous días de adestramentos por falta de previsión pola súa banda e pola do club. El mesmo podería estar á fronte do adestramento do luns se non cesasen a Antonio un mércores. El mesmo podería dirixir o adestramento do xoves no canto do apartado Sergio Moreira. E el mesmo, tendo en conta que non ten unha varita máxica e pouco pode cambiar en dous días, podería dar continuidade ao traballado anteriormente para introducir os cambios aos poucos.

O resultado de facer as cousas tarde, mal e a rastro vímolo claramente na Liña. Un Pontevedra sen alma, incapaz de xerar fútbol nin por dentro nin por fóra, fráxil en defensa e máis fráxil mentalmente cando recibe o primeiro gol e é incapaz de repoñerse.

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