Es a Groucho Marx a quien se le atribuye, algunos dicen que de manera errónea, la frase de «Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros». Supongo que eso hemos pensados los que, sorprendidos, hemos visto la alineación con la que Toni Otero salió a jugar en el que fue su debut en casa como entrenador del Pontevedra. Fue un debut en el que el equipo fue de menos a más, pero en el que la famosa actitud de la que tanto se habló durante la pasada semana sí que se puedo ver en una segunda parte en la que a los de Raúl se le hizo largo el partido.
Tres centrales
Tanto el once como el sistema alineado contra el Castilla han sido toda una sorpresa. Parece ser que aquello que «antes se hacía bien y después se dejó de hacer» de lo que hablaba Toni Otero no era jugar con cuatro defensas. El ex Director Deportivo granate sorprendió a propios y a extraños plantando una defensa de tres centrales en la que además apostó por un Derick que, en principio, solo se firmó para cumplir los «caprichos» del anterior entrenador. La segunda sorpresa fue la inclusión en el once de Valen, jugador del filial que ya fue el primer cambio ante la Balona y que disfrutó de su segunda titularidad con el primer equipo desde una posición nunca antes vista como la de carrilero derecho. Más tarde sería sustituido.
En ¿punta? sorprendió la apuesta por Rufo en lugar de un Charles que no fue ni el elegido después cuando el madrileño se tuvo que retirar lesionado. El brasileño, elogiado en rueda de prensa en La Línea precisamente por su actitud, acabó siendo a la postre el protagonista del partido.
Quiero hacer mención también al partido de Álex. El capitán mostró su mejor versión cuando le tocó retrasar su posición al carrilero en lugar de Araújo. En ese perfil de interior en el que pierde el contacto con la banda para tratar de ayudar más por dentro creo que perdemos a un futbolista que es vital para este Pontevedra.
Creerse superiores
El comodín de la actitud me parece un argumento un tanto pueril, pero lo que sí percibo es que el Pontevedra necesita creer. Creerse superior o, al menos, no inferior a su rival. Durante buena parte de los primeros 45 minutos percibí cierta timidez del equipo, un miedo a un rival que lógicamente atesora más calidad individual que el Pontevedra, pero que no fue ni mucho menos la apisonadora que por nombre y por clasificación se suponía.
Los complejos se quedaron en el vestuario tras el descanso y ese creerse mejores y atreverse a buscar portería dio como resultado un vuelco al partido. Sin complejos y tratando de jugar de tú a tú al rival, este Pontevedra no tiene por qué ser inferior a nadie y fruto de ese empuje y de la relajación del Real Madrid B llegó un empate merecido. Curiosamente el empate llega tras romper esa defensa de 3 centrales que parecía que primero no gustaba (cuando la ponía otro) y después sí. Se pudo ganar, pero creo que las tablas hacen justicia a los méritos de ambos equipos.
La mejor entrada de la temporada
La mejor entrada de la temporada llegó en el peor momento deportivo del club. El efecto reclamo por el renombre del rival, el buen día para ir al fútbol y, seguramente también las promociones de invitaciones a socios, sirvieron para que se pudiese ver la media entrada en el estadio de Pasarón (6.300 personas en datos oficiales). Quizás las gradas no apretaron tanto como en Copa contra el Mallorca, pero la sensación de ver la Preferencia casi llena es un motivo más para empujar a los jugadores.
Pasarón empezó frío, como el equipo, pero se fue calentando más cuando el equipo también se animó. El Fondo Norte volvió a ejercer de altavoz con sus cánticos y estos encontraron más compañía cuando al Castilla se le empezaron a ver las costuras. Fue día también para las protestas. Con o sin la presidenta en el palco, el «Lupe vete ya» volvió a escucharse otra vez y el atronador sonido de estos gritos no pareció ser únicamente de cuatro personas. Como atronador fue también el volumen de los nuevos altavoces. Quien quiera pensar mal fácilmente podría asociar cánticos indeseados con nueva megafonía. ¿Casualidades?
Como crítica, y esto ya es algo personal, debo decir que hubo una cosa que no me gustó. No soy y nunca seré partidario de pitarle a los míos cuando saltan al campo. No seré yo quien defienda el trabajo en el césped de Jon Bakero, pero pitarle en el momento en el que entra a jugar no me parece la mejor forma de conseguir un cambio en su rendimiento. Entiendo que los pitos pueden no ser dirigidos directamente a él, sino a la decisión de su entrenador al priorizarlo en lugar de otro compañeros, pero el que sufre las consecuencias de este descontento es un futbolista que durante algunos minutos va a defender los colores del Pontevedra CF y del que, nos guste más o menos su trabajo, necesitamos que rinda en el campo.
Mercado por cerrar
Este circo no se detiene y parece que quedan más capítulos por escribirse en esta montaña rusa de temporada. El lunes puede llegar cargado de emociones fuertes y uno nunca descarta sorpresas en la temporada en la que las velas izadas han desaparecido y hoy somos un barco a merced de las corrientes y los impulsos.