Las oficinas de Pasarón trabajan a pleno rendimiento. En un verano donde parece primar la proactividad en lugar de la pasividad, el Pontevedra tiene nuevo entrenador y hasta ocho fichajes confirmados. Pese a no estar del todo claro cómo se estructura la dirección deportiva, con Charles a caballo entre la cantera y el primer equipo y Roberto Feáns con protagonismo renovado desde las sombras, lo cierto es que el club del Lérez se mueve en busca de armar un equipo competitivo y de garantías que logre ser, de nuevo, diferencial en la categoría.
Los acontecimientos que marcaron la pasada campaña dan para escribir un libro: del recelo se pasó al sufrimiento, y del sufrimiento a la desafección. Sin embargo, la incorporación de Yago Iglesias logró enganchar a una hinchada necesitada de ilusiones y alegrías. El de Ribeira llega con ganas y la voluntad de estar muchos años en el club. Enamorado del proceso, a Yago le preocupa no sólo el resultado, sino el cómo y los porqués. Es un enemigo del cortoplacismo. Sus equipos tienen una identidad inconfundible: atractivos, valientes y propositivos.
Yago Iglesias: un enamorado del estilo
Desde la noche de los tiempos, el mundo del fútbol viene presenciando una lucha eterna entre resultadismo y preciosismo. Realistas contra románticos: el bilardismo contra el menottismo fue la personificación más clara de este debate, entre aquellos que ven la verdad únicamente en los tres puntos y los que también dan importancia a las formas y a la estética. Ganar o ganar enamorando. Yago Iglesias (Palmeira, 1982) encuentra la verdadera belleza no sólo en el resultado final, sino en el proceso de creación. La alegría y la efectividad se encuentran profundamente entrelazadas, pues la segunda, sin la primera, es como una máquina sin alma.
Poniendo el foco en la SD Compostela que tantas miradas atrajo en el fútbol gallego, podemos hacer una síntesis de los principios del «método» del ribeirense. Con el balón como protagonista, los equipos de Yago empiezan el juego desde atrás, siendo el guardameta y los centrales los encargados de comenzar la construcción de la jugada, sacando la pelota limpia. La idea es generar densidad de jugadores en campo propio y avanzar como bloque buscando basculaciones rápidas al lado débil; movimientos laterales rápidos para percutir por el lado donde menos jugadores tiene el rival o más mermada se encuentra su defensa.
El juego de ubicación: roles en lugar de posiciones
Los equipos de Yago avanzan a través de triangulaciones y sociedades muy trabajadas de jugadores, basadas en una ocupación genial de los espacios entre líneas e intermedios. La gestión de los espacios es fundamental en la idea de Yago: «Me gusta mucho jugar en campo rival y utilizar el juego de posición… pero entendido el juego de posición como la ocupación de los espacios, y que a partir de ahí todo el equipo sepa en todo momento qué espacios ocupar, qué espacios generar y sacar ventajas de ello. Para mí lo más importante no son las posiciones, son los roles». El Compostela de Yago era un equipo perfectamente escalonado: ocupaba y generaba espacios que permitían encontrar al hombre libre con relativa facilidad.
Otro concepto fundamental es el de las superioridades. Los jugadores de Yago se organizan y se colocan a diferentes alturas, escalonados, tanto en amplitud como en profundidad con la idea de encontrar situaciones de superioridad numérica (cuantitativa) y posicional (cualitativa) respecto al rival, o generarlas de forma progresiva desde el inicio.
Otra premisa fundamental en la idea de Yago es la de fijar rivales para generar espacios. Como el centrocampista que, con su posición estática, atrae el salto a la presión del pivote rival generando el hueco para la recepción en ventaja del mediapunta. Fijar rivales para liberar espacios a compañeros en zonas contiguas, un concepto vital para entender el funcionamiento de estos equipos. Además, las superioridades permiten superar la presión del equipo contrario, también contra equipos presionantes de nivel. Se atraen defensores hacia una zona del campo, absorbiendo la presión rival en la base, para abrir espacios en otras áreas, a la espalda de las líneas de presión. El Deportivo, cuando quiso presionar alto al Compostela de Yago, lo sufrió en sus propias carnes.

Una vez superadas las primeras líneas de presión, a Yago le gusta que salga a relucir la libertad ofensiva de sus atacantes. Estos cuentan con licencia para expresarse con libertad, de acuerdo a sus características propias pero siempre potenciados desde la pizarra. Miki Villar fue un ejemplo de mejora clara y evidente bajo la tutela del técnico, que potenció su velocidad punta y amenaza al espacio con desmarques de ruptura a la espalda de la defensa rival y situaciones ventajosas en las que podía romper a su par una vez realizada la basculación al lado débil. Los extremos son clave para dotar al equipo de amplitud, profundidad y mordiente.
En el apartado defensivo, los conjuntos de Yago Iglesias destacan por una presión tras pérdida intensa y coordinada y una presión mixta al hombre. El aspecto ofensivo condiciona en gran medida el defensivo: cómo se ataca condiciona cómo se defiende. Tener más jugadores cerca del balón facilita la presión y recuperación rápida en caso de pérdida. La idea es que equipo, jugadores, posiciones y balón viajen a la vez: atacan y defienden juntos. Si el equipo no está bien estructurado en fase ofensiva, tendrá su consecuencia en fase defensiva.
Estos son los principios rectores en la concepción de fútbol del nuevo técnico del Pontevedra; un enamorado de su idea. Está claro: Pasarón es un escenario que exige inmediatez. Antaño podía parecer peligroso señalar el ascenso como objetivo indiscutible, pero la reestructuración del fútbol español, unida a la idiosincrasia e historia del club, no dejan otra opción. La presión está y estará siempre presente. En cualquier caso, la experiencia adquirida estos últimos años permitirá al de Palmeira lidiar con las expectativas mientras va encajando las piezas e implementando sus matices, para encarar de forma óptima el objetivo. El ansiado equilibrio entre proceso y resultado llegará… con la fuerza impulsora del Hai que Roelo.

Antón Lueiro. HQR como filosofía. Creador de Fútbol en Largo; opinión e información sobre la actualidad granate. Analista y autor del libro «La Fórmula Bordalás«
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